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Buenos días a todo el mundo. El críquet no es algo con lo que haya crecido ni que entienda especialmente bien (a pesar de los esfuerzos de mi suegro inglés). Pero admito que me emocioné de verdad cuando vi al equipo femenino de India ganar la Copa del Mundo por primera vez. Hoy, mi colega Mujib Mashal escribe sobre cómo esta victoria podría tener un impacto real en las vidas de las mujeres y las niñas del país más poblado del mundo. También:
Las mujeres indias y ‘el juego de los caballeros’
Ha sido el techo de cristal más alto y más duro del deporte indio. El críquet se ve o se juega en casi todos los hogares de este país de 1400 millones de habitantes. Cada año, este deporte genera cientos de millones de dólares en negocios. Pero hasta hace poco, los focos, y la riqueza que los acompaña, estaban reservados sobre todo a los hombres. Entonces, el domingo, el equipo nacional de críquet femenino de India ganó la Copa del Mundo. El estadio de Mumbai, abarrotado por 40.000 aficionados, estalló en una ovación estruendosa. La gente se lanzó a las calles de todo el país para celebrarlo. Una victoria en la Copa del Mundo hace cuatro décadas ayudó a transformar el juego masculino, convirtiéndolo de un pasatiempo casual en una obsesión nacional. Si la victoria de este fin de semana representa una transformación similar para el juego femenino, podría tener un impacto real en las vidas de las mujeres y las niñas de todo el país. Mejores sueldos y contratos de patrocinio Hoy en día, los jugadores de críquet son algunas de las celebridades más veneradas de la India. Son rostros en vallas publicitarias y protagonistas permanentes de anuncios de televisión. Algunos incluso son más populares que las estrellas de Bollywood. La Liga Premier de India está valorada en más de 8000 millones de dólares. El mejor jugador gana unos 3 millones de dólares por una temporada que dura unos dos meses. Hasta hace solo unos años, el juego femenino era semiprofesional. Al principio de su carrera, la capitana de India, Harmanpreet Kaur, compaginaba su trabajo como empleada ferroviaria con los entrenamientos del equipo nacional. Pero las cosas empezaron a cambiar con una inversión privada de 500 millones de dólares destinada a crear una primera liga femenina hace tres años. De repente, el críquet femenino estaba en la televisión y los equipos recorrían el país en busca de talentos. En la actualidad, la remuneración en la selección nacional ha mejorado, aunque el salario más alto de las jugadoras sigue siendo menos de una décima parte del salario más alto de los jugadores. En las franquicias privadas es donde la paga realmente cambia la vida: Smriti Mandhana, una de las figuras más reconocidas del críquet, gana ahora algo menos de medio millón de dólares por un mes de juego. Las mujeres también tienen contratos de patrocinio. Las jugadoras, muchas de las cuales tienen grandes cantidades de seguidores en internet, son los rostros de productos en sectores tan diversos como la banca, la ropa deportiva y la pintura para el hogar. El día de la victoria de la selección en la Copa del Mundo, marcas como Nike y Puma ya estaban difundiendo anuncios con las estrellas del equipo. Un deporte especial A pesar de las muchas divinidades femeninas de India y de sus antiguas tradiciones matriarcales, las mujeres siguen estando en gran medida confinadas a los roles de género tradicionales. Su tasa de participación en la población activa formal es una de las más bajas del mundo. Por supuesto, el críquet no puede hacer mucho al respecto. Pero este cambio repentino en la suerte de un deporte con tanto protagonismo, tan arraigado en la vida cotidiana de aquí, podría hacer frente, de forma nueva, a las limitadas expectativas sobre el papel de la mujer. Gran parte del talento del críquet femenino procede de ciudades pequeñas. Kaur, por ejemplo, creció en una pequeña ciudad de la región del Punyab. Kaur tuvo que jugar con chicos mientras crecía porque había pocos equipos juveniles femeninos. Hoy, en lugares como su estado natal, hay academias de entrenamiento y ligas femeninas para todas las edades. Si el dinero del críquet empieza a llegar a las niñas de lugares remotos, podría tener un gran impacto en estas comunidades. Pero el mayor impacto podría ser psicológico: ver a las heroínas locales en las vallas publicitarias y celebradas en la televisión podría empezar a influir en la concepción que tienen las familias del futuro de las niñas cuando crezcan. Vi algunos partidos de la Copa del Mundo. En las gradas había familias enteras, padres, hijas y abuelas. Algunos habían atravesado el país en avión. Había un padre y su hijo que vinieron a ver el partido de India contra Inglaterra, y conocían a todas las jugadoras en el estadio. Un padre tenía consejos técnicos. “Fíjate en el juego de pies”, dijo mientras Mandhana bateaba. Las redes sociales están llenas de debates apasionados sobre la actuación de India. Gran parte de los comentarios no eran precisamente feministas. “Quédense en la cocina, Harman y equipo |