Toda la actualidad cinematográfica
͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏ ͏
|
|
|
Lo mejor de 2025 (la lista que nadie pidió)
|
|
Gregorio Belinchón yagüe
|
|
|
|
|
|
|
Buen viernes de Navidad:
Nadie me lo ha pedido. Es cierto, pero la carne es débil. ¿Cómo no acabar el año con la lista de lo mejor que he visto este 2025? Cuando voté en Babelia hice una lista amplia, de 30 películas muy interesantes que se hubieran estrenado en salas comerciales españolas o en plataformas digitales (dato fundamental, porque alguna muy buena ya se queda para 2026 porque no ha tenido su lanzamiento comercial) en este año que se acaba en breve. Ha sido una gran cosecha, con exitazos como Sirât, el milagro para el cine de autor español, con medio millón de espectadores (y otros 700.000 en Francia), y ya veremos en los Oscar. Hubo que eliminar títulos, y de las 15 que entraron en mi shortlist, seleccioné 10. Ese tajo final me dolió, así que aquí he vuelto a la opción de más títulos, que voy a comentar en estricto orden alfabético: haceos un favor y vedlas.
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
Eddie Peng, en 'Black Dog'.
|
|
|
|
|
‘Black Dog’, de Guan Hui. Quedan 50 días para los juegos olímpicos de Pekín de 2008, y ni el país ni el protagonista del filme saben hacia dónde van. El desierto que enmarca la historia ilustra tanto un paisaje en destrucción como la desilusión de sus habitantes, empezando por el joven que vuelve a un pueblo decrépito y polvoriento al terminar su condena de prisión por un asesinato: de actor famoso ha derivado en despojo derrotado moralmente (¿paralelismo con China?), al igual que su perro, un galgo negro que puede que tenga la rabia, y por ello a ambos les ronda la muerte. De bellísima fotografía hiperrealista, Black Dog es una lección de hipnótica aspereza.
‘Ciudad sin sueño’, de Guillermo Galoe. Un drama social en la Cañada Real Galiana, el mayor asentamiento irregular de Europa, una calle de casi 16 kilómetros a pocos minutos del centro de Madrid, y con cerca de 8.000 vecinos —4.000 de ellos, con 1.800 niños, en el sector 6— sin luz. Contado así, el primer largo de ficción, con mucho de wéstern. de Guillermo Galoe puede parecer casi obvio. Y si algo tiene Ciudad sin sueño, que se estrenó en Cannes, es que jamás es obvia. Porque es ficción, sí, pero está rodada en la Cañada Real con la gente de la Cañada, y con una impetuosidad y una fiereza audiovisual hipnóticas (la imagen que abre la newsletter es de Ciudad sin sueño). Sigo pensando que es un título muy infravalorado en la gran cosecha de este año. Y gracias a ella pasé dos días fascinantes en ese barrio madrileño para este reportaje.
‘Decorado’, de Alberto Vázquez. Es como entrar en otro mundo. Perdón, qué otro mundo, otro universo. El gallego Alberto Vázquez sigue entregándonos unos filmes animados dolorosos, inteligentes, en los que usa animales de imagen naíf y achuchables para ahondar en lo peor del ser humano. Solo un pero (y muy personal): el villano se llama Gregorio, pero claro, bautizarle como Amancio Ortega era demasiado obvio, y desvelaría en exceso parte de la trama.
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
Un momento de 'Decorado'.
|
|
|
|
|
‘Depredador: cazador de asesinos’, de Dan Traschtenberg y Joshua Wassung. Son tres capítulos situados en tiempos muy distintos de la historia de la humanidad en los que tres guerreros de diferente pelaje (aunque similar arrojo) se enfrentan a un depredador. Al final, las tramas se unifican. Sangrienta, brutal, rebosa acción... Aunque suene paradójico la narración resulta creíble y nace al rebufo (a la vez que enlaza con ella) de Predator: la presa (2022), en la que uno de esos bichos infernales se enfrentaba a una comanche. Tanto esta, con actores de carne y hueso, como la animada han sido dirigidas por el mismo realizador, Dan Trachtenberg, que en noviembre estrenó Predator: Badlands, vuelta a este universo con una película con actores reales, que, por desgracia, no fue tan buena.
‘El idioma universal’, de Matthew Rankin. Candidata por Canadá en 2024 al Oscar a mejor película internacional (llegó a pasar la primera criba, quedándose entre las 15 preseleccionadas), El idioma universal se compone de tres historias de las que al final sabremos hay una ligazón entre ellas. Se desarrollan alrededor de Winnipeg (Canadá), en pleno invierno: eso sí, en un Winnipeg especial, porque se habla farsí o persa y la cultura imperante mezcla la persa con la francófona. Tan delirante como perpleja, tan deudora de Abbas Kiarostami como de Roy Andersson, alberga un alma surrealista, desde luego. Película humana, en su dimensión solidaria y de creación de vínculos entre extraños, y a su vez con un claro elemento político, porque en los tiempos que vivimos está claro desde qué punto de vista de la inmigración habla El idioma universal. Una curiosidad: su director protagoniza una de las historias y todas están basadas en partes de su vida.
‘Exhuma’, de Jang Jae-huyn. Pedazo de thriller sobrenatural coreano que arrasó en la taquilla de su país en 2024. De protagonista Choi Min-sik, el actor de Old Boy, Sympathy for Lady Vengeance y Encontré al diablo (Choi ha trabajado muy poco para lo habitual en el audiovisual coreano: apenas una treintena de películas y series desde 1992). Exhuma se centra en un equipo que se dedica a desenterrar ataúdes y trasladarlos (por motivos muy distintos, pero contratados y de manera legal). Hay chamanes, folclore, maldiciones que sobrevuelan a un bebé, demonios, fantasmas, una atmósfera impresionante y unos personajes creíbles y humanos. Y Choi, que siempre suma. Pasan muchas cosas, y nunca te pierdes.
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
Choi Min-sik, a la derecha, en 'Exhuma'.
|
|
|
|
|
‘Kneepcap’, de Rich Pepiatt. En 2024 Irlanda presentó a la carrera al Oscar a mejor película internacional Kneecap, una divertida comedia que cuenta la creación del trío irlandés de hip-hop (dos amigos delincuentes y un profesor de música y traductor de irlandés), y en la que se interpretan a sí mismos, con el añadido como secundario de Michael Fassbender (muy involucrado en su producción) y que dirigía Rich Peppiatt, responsable de los vídeos de la banda. Yo la vi, me reí mucho y no tuve éxito propagando el mensaje de su interés. No se estrenó en salas, pero sí en Filmin, que la tiene actualmente en su catálogo. El filme prolonga la energía de la banda, se ríe de todo y principalmente de sí mismos... y no se vendió a Israel porque el grupo, en apoyo a la causa palestina, se negó. Este verano Kneecap se convirtió en noticia porque durante el festival de música de Glanstobury los irlandeses gritaron: "No tengo que adoctrinaros. Israel es un criminal de guerra", y cantaron "Palestina libre, libre", con lo que les abrieron una investigación criminal. Vivir para ver...
‘Kontinental’25’, de Radu Jude. Otro que hace lo que quiere. El rumano Radu Jude es como un martillo satírico pilón contra el sistema imperante, y no desperdicia ocasión para soltar una bofetada. Aquí habla de hipocresía social, de especulación inmobiliaria, de racismo y clasismo, de problemas de conciencia... La rodó con un iPhone en 10 días, y mientras que otros cineastas se ponen esponjosos con sus quejas y sus veleidades artísticas, Jude va y filma esta maravillosa gamberrada a la carrera.
‘Los domingos’, de Alauda Ruiz de Azúa. Me tocó el honor de escribir la crítica de Los domingos en su estreno en el Zinemaldia de 2025, donde ganó la Concha de Oro, y ahí dije: "Desde una familia, la de sangre, a otra familia, la espiritual. Desde el punto de vista de una adolescente que siente una llamada a la vida de clausura y religiosidad, al punto de vista de quienes la rodean, tías, hermanas, amigas, hermanas o padre, que proyectan en ella sus propias alegrías y sus propias miserias. Todo cabe en Los domingos, el bofetón que Alauda Ruiz de Azúa pega a cada espectador con una premisa: una niña de 17 años anuncia que quiere entrar en un convento de clausura. ¿Y ahora qué? ¿Respetamos el libre albedrío? ¿Pensamos que la han adoctrinado o de verdad tiene fe y ha sentido la llamada? Quienes rodean a la adolescente, ¿toman sus decisiones pensando en lo mejor para ella o proyectan en sus opiniones sus grandes miedos?".
|
|
|
|
| | |