Buenos días a todos:

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Suelo escribir esta newsletter al amanecer. Esta vez no he llegado y la remato en un tren camino del festival de Málaga, donde esta mañana Daniel Guzmán ha presentado su tercera película como director, La deuda, que esta noche inaugura la 28ª edición del certamen. Antes de ir con Guzmán, una reflexión: en la sección oficial se van a proyectar 21 filmes a concurso y 22 fuera de él, en total 43 películas. Es claramente una cifra desaforada, que va en contra del mismo festival, y que impide que público y medios de comunicación se asomen a otras secciones como Zonazine o los documentales. Una pena, porque los festivales programan y seleccionan para ofrecer un panorama de las líneas creativas, y aquí parece solo haberse cumplido la primera parte.

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La deuda devuelve a Dani Guzmán a los barrios obreros de Madrid. Dani habrá dejado la calle, pero la calle no le ha dejado a él.  “¡Es que es donde ocurren las historias! Si te quedas dentro de casa, no hagas cine. En cuanto pisas la calle, pasa de todo”, me decía el martes pasado.

En La deuda, Dani Guzmán usa como motor vital para su personaje la culpa. "A mí la culpa me parece un motor cinematográfico buenísimo, porque en su concepción judeocristiana nos paraliza y nos hace sentir víctimas de nosotros mismos", contaba con un té en la mano. "Y es terrible. No nos perdonamos, no nos aceptamos. La culpa atañe también a esa idea de la meritocracia, de que las personas son lo que quieran ser. Ni mucho menos, las personas son lo que pueden ser. La culpa es otra herramienta de sometimiento del personal, especialmente de la sociedad patriarcal. Y tenemos que cometer errores y aceptarlos para madurar; aunque desde la aceptación, no desde la penitencia cristiana”.

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Guzmán coproduce, dirige, escribe y protagoniza (acompañado de un potente reparto en estado de gracia) el thriller. Le ha costado sacarlo adelante, aunque se niega a quejarse: “No me gusta la autocompasión. Yo he venido aquí a jugar y hay una serie de reglas de juego y de riesgos que tengo que superar. ¿Que es difícil levantar y realizar una película como esta? Obviamente, es una película con gran riesgo, y no lo volveré a asumir, pero no voy de víctima. Hago el cine que me gusta, soy independiente, asumo esos peligros. Y si no, rodaría encargos y otro tipo de filmes”. Todo eso, y mucho más, en esta entrevista. Nacho Sánchez y un servidor os contaremos lo que suceda a lo largo del resto del festival.

Ya os dije que la tarde posOscar había estado con Thuerry Frémaux, el delegado general (vamos, el consejero delegado) del festival de Cannes. Tipo educado, habla un español impecable, y mide sus palabras, porque no puede decir que pueda ser manipulado sobre el certamen más importante del mundo. Y que en los últimos años se ha visto bien reflejado en el palmarés de los Oscar: en la pasada edición, de 20 estatuillas repartidas a largometrajes, nueve acabaron en manos de pelis procedentes de La Croisette. "Ya ha quedado claro que puedes empezar en Cannes en mayo y llegar a febrero o marzo fuerte a los Oscar", apuntaba.

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Pero además, Frémaux dirige en Lyon el instituto Lumière, y por eso estaba en Madrid: hoy en España se estrena Lumière, la aventura continúa, segundo recopilatorio de filmes procedentes de los hermanos que inventaron el cine. "Son 120 cortos de 50 segundos que con la restauración resucitan tras 130 años sin verse", apunta. Son una maravilla, como bien explica aquí Carlos Boyero. Y como dice Frémaux, "l filme también sirve para derrumbar un tópico, el que dice que Louis Lumière creó el documental y Georges Méliès la ficción. No. Louis Lumière es Rossellini, y Méliès, Fellini. Méliès reinventa el mundo con la ilusión, con la magia, con la imaginación. Y Lumière toma la realidad para hacer poesía. Bresson o Eisenstein son hijos de Lumière. Para mí Méliès y Lumière no son opuestos, sino complementarios".

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Por cierto, también puede preguntarle por Karla Sofía Gascón, que ganó junto a sus compañeras el premio a mejor actriz del pasado Cannes. Os muestro parte de su respuesta: "Hay que separar al autor de la obra, al trabajo de una actriz de sus tuits. No podemos juzgar una película por esos mensajes desafortunados, no puede sufrir Emilia Pérez el castigo que ha recibido por eso. Karla Sofía me parece una persona increíble y muy amable, y una actriz incomparable. Mi posición es que los artistas no deben ser perfectos. Por eso el episodio me entristeció". Todo eso, y más, en esta entrevista.

Hablando de Karla Sofía Gascón, el lunes recibió en Madrid el premio a mejor actriz en producción internacional por Emilia Pérez, durante la gala de la 33ª edición de los Premios Unión de Actores y Actrices. Con el premio en la mano, dijo: “Hace cinco años hacía funciones en México, donde solo acudía una persona, y ya entonces en las redes sociales me insultaban. Hace una semana estaba en los Oscar y a algunos les hubiera gustado verme en un árbol quemándome como en la Inquisición. Nada ha cambiado, igual que no ha cambiado mi ilusión. No soy un robot, soy una mujer como las demás, con mis virtudes y con mis defectos, a veces un poco imbécil, con una hija a la que quiero deja