Lo primero que Trump anunció en su toma de posesión como 47 presidente de EE UU fue que iba a declarar una emergencia nacional migratoria y una emergencia energética. Eso incluye la militarización de la frontera sur; deportaciones masivas de inmigrantes en situación irregular; retirada de los acuerdos de París y revocación de la agenda verde; guerra al mandato del coche eléctrico y volver a perforar, perforar y perforar, para sacar el oro negro del subsuelo y gastarlo en una nueva industrialización que acabe con la decadencia americana. "La edad de oro de EE UU comienza ahora mismo", proclamó. Aquí tenéis la crónica de nuestro corresponsal, Miguel Jiménez.
En su discurso hubo prepotencia (plantaremos la bandera en Marte), mesianismo (si Dios me salvó la vida fue por algo), adanismo (conmigo el país florecerá), nacionalismo expansionista (vamos a recuperar el canal de Panamá, el Golfo de México será el Golfo de América) y guerra cultural (a partir de ahora, en Estados Unidos sólo habrá dos géneros: hombre y mujer).
Anunció una "revolución del sentido común" pero poco después, en un estadio, delante de sus seguidores, en acto de supremo populismo, empezó a firmar leyes ejecutivas. Entre ellas las destinadas a militarizar la frontera y deportar inmigrantes.
¿Y la primera dama? Se la veía terriblemente hierática. Escondida bajo un aparatoso sombrero, Melania Trump estaba y no estaba. Disculpad esta licencia, pero en el amago de beso con Donald Trump, me recordó a la inquietante protagonista de Blade Runner.
Allí estaban también, en un lugar preemiente, junto a la extensa familia Trump, sus nuevos aliados, el complejo industrial tecnológico, con Elon Musk, Jeff Bezos, Mark Zuckerberg y Sundar Pichai encabezando la delegación. "Las grandes compañías tecnológicas han pasado de la resistencia a la pragmática pleitesía. (...) Si el segundo mandato infunde más temor que el primero es por todo lo que ahora le rodea", escribe Amanda Mars en esta columna. Lo que le rodea es lo que aparece en esta galería de imágenes, incluidos algunos escogidos amigos ultras, como Javier Milei o Giorgia Meloni, su nuevo caballo de Troya en Europa.
Esta foto de la oligarquía tecnológica me lleva al siguiente asunto:
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